martes, 6 de julio de 2010

Artículo de Angel Rodriguez Aguilocho


Jerez - "ÓRDAGO A MIGUEL SEGURA: YO EN LA ESTRELLA, TÚ EN LA SOLEDAD"... POR ÁNGEL RODRIGUEZ AGUILOCHO

martes, marzo 9, 2010, 04:21 PM - Artículos


Mentiría si digo que conozco a Miguel Segura de toda la vida. Pero sí hace el suficiente tiempo como para conocerle algo. Miguel traslada a su vida y a su forma de ser, ese genial artista que lleva dentro y que nos asombra cada año en el cartel de El Tabanco.

Hace casi un año, en una conversación de caseta de feria, me propone que escribamos los dos un artículo en paralelo, explicando porqué soy yo costalero de la Virgen de la Estrella y por que es él costalero de la Soledad, dándose la circunstancia de que yo no soy hermano de la Estrella y sí de la Soledad, y dándose en él la circunstancia contraria. Desde entonces llevo dándole vueltas al asunto. Incluso varias veces hemos hablado y nos hemos recordado mutuamente aquel pequeño compromiso. Y quizás aquel reto insignificante me ha hecho mucho reflexionar sobre aquel porqué, que debía explicar, y al que no sabía exactamente dar forma.


No estudié en la Escuela de San José ni en la Salle, y bien sabe Dios que me hubiera gustado. He salido de costalero con su Virgen hasta con cuatro capataces distintos, lo que, además de suponer casi un record, también descarta la afinidad con el martillo como una de las causas de mi acercamiento a La Estrella. Tengo algunos amigos en la cuadrilla, pero probablemente no pasen de diez o doce. Motivo descartado. Ni siquiera el haberme criado en la cercana calle Ponce me vinculaba a otra Virgen que no fuera la de la Soledad… No tengo promesa que cumplir. No soy hermano. Por qué entonces…

Y así con esa eterna duda me planté ayer a dos metros de la Virgen de la Estrella. La lluvia nos había impedido ser por segundo año apóstoles de Maria, acercando al besamanos de la Virgen a algunas ancianas del Convento de las Hermanas de la Cruz. Tras rezar el Ángelus el besamanos quedó abierto y tras los primeros besos, tuve la suerte de estar sólo ante ella. Cinco minutos sin que nadie nos interrumpiera. Cinco minutos que fueron suficientes para verle el sentido a todo.

Vi en su rostro la belleza que todos imaginamos en María, justo en el equilibrio de ser Madre a la vez que niña. De tener casi diez lustros y no haber vivido ni la mitad. El equilibrio de tener lágrimas en los ojos y no aparentar haber sufrido… Vi en los ojos de la Estrella las sonrisas de los niños que con palmas llenan su patio antes de la salida, las caras de asombro de los pequeños que descubren en Ella por primera vez un paso de palio, los churretes de algodón dulce con ojos buscando un destino, y las manos sin guantes y antifaz levantado llenando la Plaza de San Marcos. Vi en ella los ojos emocionados de los que año tras año la acompañan haciendo de su Escuela su vida, las emociones de las primeras 'chicotás', y la alegría de los que en las aceras se alegran de ver el primer paso de palio del año. El primer Himno, la primera orden del capataz, el primer rayo de sol rompiendo la bruma del incienso… Vi en ella a María convirtiendo en realidad el sueño de todo un pueblo tras un largo año de espera.

Me di cuenta entonces, querido Miguel, que en el fondo sólo quise ser partícipe del sueño que para muchos supone ver el palio de la Virgen de la Estrella. El disparo al cielo que supone para todo Jerez saber que ella está de nuevo en la calle.

Te confieso que, a menudo, el Lunes Santo por la mañana me cuesta apoyar mis maltrechos tobillos en el suelo. A veces, sentado aún en la cama, me pregunto si mi particular “paliza” merece la pena.

Te puedo asegurar Miguel que sí la merece, mientras siga viendo tantas cosas bellas en los ojos de la Estrella…

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