martes, 28 de diciembre de 2010

VIVENCIAS, por Alfonso Tellez


Mi fidelidad a la Virgen de la Estrella, se fraguó una noche del 94, cuando motivado por mi hermano, ya que yo jamás me ví de costalero y he de reconocer que tenía bastante prejuicios hacia la gente de abajo, por fin me presenté a pedir sitio en la cuadrilla de Xto Rey.

Allí el bueno de Florián, fue quien me dió la primera desilusión de mi carrera como costalero. Yo tenía claro que si iba a salir de costalero debería ser con La Borriquita, pero Florián fue claro, “Tu eres demasiado bajo, y no estoy dispuesto a poner más tacos en la última”. Fue un jarro de agua fría. Nunca había entrado en mis cálculos que eso pudiera pasar, y de hecho de no ser por mi padre, que viéndome totalmente decepcionado mientras mi hermano triunfante formaba junto con los costaleros de la segunda, me cogió del brazo y me llevo ante Jesús Ramírez. El me acogió gustosamente en nuestra cuadrilla, y es el responsable de que mi devoción a la Virgen haya ido creciendo con el paso de los años, hasta llegar a día de hoy a ser el centro de mis plegarias.

Durante tantos años, ha habido momentos buenos y malos. De los malos ahora me cuesta recordar alguno, aunque el año que sacamos la mesa nueva con un incremento de la altura de los varales, fue horrible, esa salida nos hizo pasarlas canutas y creo que todo el que participó en ella coincidirá conmigo, recuerdo el pánico de ver como se hundía el palio sobre nuestros hombros, y la imposibilidad de seguir andando, junto con los gritos que se oían desde fuera. Además habían pintado unas líneas amarillas en el suelo, que el contraguía se empeñaba en decirme que me fijara en ellas para que el palio fuera derecho, ¿que mirara las líneas?, que líneas quería que mirase, con la gente casi de rodillas luchando por sacar el paso a la calle, y el culo del Becerra oprimiéndome la cara.

El año 95 también fue un año muy malo, recuerdo un calor impresionante impropio de esas fechas. Desde que volvíamos por tornería, era casi en cada chicotá, costalero fuera, entramos sobre unos veinte. Además la entrada al patio, por aquel entonces se hacía tirando el paso al suelo y arrastrándolo. Yo por aquel entonces iba en la corriente de la cuarta, y tenía que abrirme de piernas para dejar pasar el tope de la puerta del patio, cuál fue mi sorpresa cuando el tope ¡¡paso por el lado mía!!, no os podéis imaginar el topetazo que le dimos al palio, lo dejamos encajado en el arco, todos preocupadísimos, cuando el bueno del Barrios, coge y suelta “no preocuparse, si de vez en cuando es bueno pegarle un porrazo a esto “pa” que se apriete la madera”.

He tenido la suerte también de vivir momentos muy emotivos bajo Ella, quizás el que más la “llamá” del Moro, recordándome que empezaba el anochecer, que desde el cielo mi padre seguía iluminando a la Virgen y a Xto Rey.

Pese a que a lo largo de los años he tenido momentos que me han dado ganas de dejarlo, tras unos años de tantos cambios en el martillo, reconozco que hoy en día he recuperado esa ilusión de mi primera vez, el Domingo de Ramos, me levanto igual que un niño que corre a buscar los juguetes que los reyes le han dejado. Sigo haciendo mi camino hasta la Escuela, desde la calle Juan de Torres, cuan paseíllo de torero, con el pecho henchido de orgullo por tener la suerte de poder pasearla. De la mano mis hijos, impecablemente vestidos de monaguillo gracias a las noches que su madre les ha dedicado para que no les falte ningún detalle en su vestimenta. Bajo mi sudadera, la camiseta que me hizo mi hermano, donde la imagen de mi padre sale con nuestros titulares. Mientras pueda será mi homenaje, para que no deje nunca de acompañarnos en la estación de penitencia como hizo durante tantos años.

1 comentario:

  1. Gracias a gente como TU hacen que el ser costalero y el compartir trabajaderas con un puñado de locos sea un orgullo. Vivan los p.......

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